Etiquetas
Al principio las noches fueron más tristes, oscuras, aburridas, desesperantes… Pero eso fue solo al principio. Después… después la oscuridad no nos hizo infelices como algunos piensan. No a los niños de mi generación; no en mi barrio de la infancia. Eran años difíciles, de infinitas privaciones materiales, de tonos grises, de andares agitados, de sacrificios innombrables…
Pero entonces los mayores de nuestras familias descubrieron cómo convertirse en magos, en fabuladores de historias, en inventores de juegos, en malabaristas…. Sus roles de abuelos, padres, tíos, primos, vecinos, conocidos o visitantes se “perfeccionaron” de tal forma, que a estas alturas de mi vida aún no entiendo muy bien de dónde sacaban fuerzas, o qué extraño motor les generaba tantas energías.
Ellos hacían luz a pesar de su ausencia en los bombillos. Ellos hacían luz a pesar de sus fatigas, sus preocupaciones, las carencias…. Y nosotros, ingenuas personitas alborotadoras, teníamos siempre montones de motivos para sonreír, para ser felices. Al menos esos niños, los niños de mi barrio.
Nuestros mayores se convertían entonces en cómplices nocturnos; en la base perfecta para jugar a los escondidos; en árbitros ante la más insospechada travesura; en narradores de cuentos con improvisados finales y ficciones… La oscuridad se hacía entonces un poco más llevadera. Y reíamos juntos: unos de tanta ingenuidad y otros buscando a ratos acallar los ecos de la dura jornada, de las noches de insomnio, de las disímiles preocupaciones…
No me acusen de superficial por estas líneas. No pretendo olvidar “cosas”, mucho menos nací en “cuna de oro” —nada más alejado de la realidad que semejante pensamiento. Tuvimos carencias, sí, muchísimas carencias —las tenemos aún, eso nadie lo ignora—, pero nuestros mayores supieron hacer luz, enmascarar ausencias, volverlas imperceptibles, mínimas, insignificantes.
No teníamos luz algunas noches, es cierto, pero siempre nos crecieron sueños. La oscuridad no nos hizo infelices como algunos piensan. No a los niños de mi generación; no en mi barrio de la infancia.
Nancy Mercedes H. Meneses dijo:
Hola Yai, tus lindas palabras me han conmovido muchísimo, nuestra linda Chaparrita siempre a pesar de la oscuridad en alguna de sus noches eran muy bien compensadas con lindos amaneceres con un sol brillante que emanaba mucha luz y que debió ser esa luz la que hasta ahora nos ha guiado muy bien por una senda muy digna, senda de la cual nuestros abues se sienten muy orgullosos por el buen ejemplo con el que nos formaron y de hecho hemos sabido seguir y cuidar con mucho recelo…Besotesss
PD: Felicidades mil porque has llegado a tocar el corazón de miles de personas a las que con tu trabajo les regalas día a día una sonrisa, una esperanza, también diríamos que amor porque lo que haces lo haces con el corazón y todos los que te queremos y extrañamos a la vez sabemos que entregas siempre en cada una de tus líneas lo mejor de ti..Te quiero mucho
Yaima Puig Meneses dijo:
Primi!!!! Se nota que me lees conlso ojos del cariño 🙂 Gracias por todas esas cosas lindas que me dices. Escribo siempre con amor, para quienes me lean puedan identificarse mejor con mis letras.
¿Verdad que fueron lindas nuestra noches? Jamás me cansaré de agradecer a esos mayores que tantas buenas huellas dejaron en mi 🙂 Un besito, ya sabes de qué tamaño…
Ana M dijo:
Muy lindo Yai, aquellos fueron tiempos duros, pero sin saberlo nos formaron y nos prepararon para ser cada día más fuertes y darle valor a las cosas que realmente valen la pena, nosotros en aquellas noches jugabamos a los escondidos una pila de muchachos y nos divertíamos cantidad, aquello era una fiesta y ahora que soy madre, si me veo en esa situación no reiría tanto, pero al cabo de los años me admira más como nuestro pueblo pudo salir de una crisis casi fatal, aunque con aquellos apagones se fueron muchas virtudes de nuestra sociedad.
Yaima Puig Meneses dijo:
Era una fiesta Any, sí, para nosotros lo era aunque nuestro alrededor estuviera colmado de carencias materiales. Imagino que ahora que eres madre entiendes mejor aún el valor de todo lo que hicieron nuestro mayores en aquel momento para que fuéramos niños felicices, para que no dejáramos de sonreir. En nuestra manos está ahora el rescatar los valores que en nuestra sociedad se han ido perdiendo.
Leydi Torres Arias dijo:
no todo es oscuro. Yo recuerdo mis noches de apagones que mi hermano y yo salíamos con mi papá a buscar cocuyos. Otras veces nos quedábamos en casa, contando historias. Y cuando nos aburríamos le preguntábamos a mi papá: «por dónde viene la corriente???» y él nos la ubicaba en algún punto de la carretera, o de la ciudad y aseguraba que ya se estaba acercando… eran noches místicas. 😉
Yaima Puig Meneses dijo:
Jajaja verdad que sí!!! Había olvidado esa parte de «¿por dónde viene la corriente?» cuando nos «tocaba» la falta de fluido eléctrico en la madrugada y dormíamos agitados, empapados de sudor… 😉
Enrique dijo:
Yaíma: De los apagones de mi infancia (que comenzaron unos 20 años antes que los tuyos, aunque fueron muchos menos) lo que más me asombraba era la fugacidad de las sombras cuando los juegos de los muchachos se alumbraban brevemente al paso de los carros y veíamos, contra las paredes, las siluetas de nuestros cuerpos corriendo tanto como nosotros. Es verdad, también para mi generación la oscuridad era un fiesta. Un saludo desde Camagüey.
Leydi Torres Arias dijo:
Enrique, por pasar y comentar te voy a dar mi taza de café completa!! y sabes lo que me gusta el café (que no tomas??? ah, chico, y yo que estaba dispuesta a dártela solo por haber sorprendido a Yay!!) 😉 te quiero
Yaima Puig Meneses dijo:
Jajaja ¡qué linda eres, hermanita! 😉
Enrique dijo:
Leydi: Recuerda que si es contigo sí tomo café. Así que, aunque te pese, tendrás que compartirlo de verdad. Un abrazo.
Yaima Puig Meneses dijo:
Gracias, Enrique, por llegar hasta estos Tintineos y dejar su huella… Por suerte no todos fueron tonos grises durante aquellos años, y ahora, tanto tiempo después, me gusta recordar también las cosas buenas para compensar un poco algunas cosas tristes que quedaron en nuestra sociedad después de aquellos años…
Enrique dijo:
Sí, Yaima, hace falta alumbrar cosas mucho más complejas que las luminarias. Tendremos que juntar los mejores tintineos de esta Isla. Cuenta conmigo.
Leydi Torres Arias dijo:
y conmigo, 😉
Yaima Puig Meneses dijo:
Y ustedes también cuenten conmigo 🙂
Rosana Berjaga dijo:
Es increíble cómo yo disfrutaba los apagones. Sobre todo porque era la única forma en la que podía estar fuera de la cama después de las 10pm y sentarme en los sillones casi en la acera y cruzar a la casa del frente para jugar con mis amigos hasta que se hiciera la luz.
Mi abuela diría que hay gustos que merecen palos, pero me encantaban los apagones, a pesar del calor, porque servían para hacer amigos, para pasar más tiempo con la familia, para unirnos en lo que nos faltaba, que era mucho y a la vez tan poco…
Yaima Puig Meneses dijo:
Jejeje es verdad, también para eso nos sirvieron los apagones 🙂 y aunque muchos emergieron de aquella crisis demasiado carentes de buenos sentimientos, otros tuvimos mejores lecciones y aprendimos a unirnos en lo que nos faltaba, como tú misma dices. Gracias por pasar por aquí y dejar tu huella 😉
Rosana Berjaga dijo:
un beso, paso a menudo, pero a veces me pongo vaga y no dejo las huellas. 😀
Yaima Puig Meneses dijo:
jajaja confieso que a mi también me sucede…
poesiadeisla dijo:
Bonito texto, Yai. Así mismo fue. A mí también me pasó igual. Y en las noches calurosas el edificio que quedaba enfrente de mi casa se volvía un concierto que solo acababa cuando «llegaba la luz» y todo el mundo gritaba de contento para irse a dormir con el arrullo de un ventilador.
Yaima Puig Meneses dijo:
Gracias Liud. Estoy segura de que, a pesar de lo duro de esos años, la mayoría de los jóvenes de nuestra generación también tiene historias bonitas de esas noches.
Pedro Namora dijo:
Bonito texto. Penso que te referes ao «período especial», durante o qual, em 1996, realizei a primeira viagem a CUBA. Vivo num país capitalista, onde milhares de crianças têm fome, os seus pais não têm trabalho, nem direito à saúde, nem livros, nem esperança . Em Havana, vi o querido comandante Fidel Castro dizer algo que muito me comoveu; «Nem no momento mais duro do período especial encerrámos uma escola». Ora isto é lindo, digno, comovedor. Gracias, Yaima.
Yaima Puig Meneses dijo:
Primero: le pido disculpas por no poderle responder en su idioma. Gracias por llegar hasta aquí y compartir esas preciosas líneas conmigo. Es bueno saber que los cubanos no estamos solos. Un saludo afectuoso
Mar dijo:
Y si te regalo cocuyos???
Yaima Puig Meneses dijo:
Bienvenidos los cocuyos!!!!!!!! 😉